Tumbas en forma de mastaba
Las tumbas de los nobles y de los altos funcionarios de la corte del faraón que surgen en torno a la pirámide tienen comúnmente forma de "mastaba", palabra árabe equivalente a "banco": son de planta cuadrangular con las paredes ligeramente inclinadas, tienen un cornijón en lo alto y una estela-falsa puerta de entrada precedida de un atrio o sin él. Así como el palacio del faraón difunto era similar al palacio del faraón vivo, también la mastaba era similar a la casa en que vivía el propietario del sepulcro. La tumba en forma de mastaba sufre un proceso de modificación inverso al de la tumba-palacio, porque la mastaba está en su origen "llena" y luego se "vacía". Probablemente ello está ligado a una diferencia socio-económica constante, por lo cual al principio los cortesanos eran enterrados en simples fosas coronadas por un túmulo de piedra, en tomo a la capilla del rey; con el desarrollo de la capilla real, también el túmulo se convierte en una auténtica casa-tumba en torno a la gran pirámide.
Dado que la "mastaba maciza" no tenía dependencias adecuadas para la "momificación", ésta se llevaba a cabo en la ciudad, en el "palacio de la vida". La purificación se realizaba en la entrada y proseguía bajo un pabellón provisional erigido sobre la cubierta de la mastaba. El sarcófago se bajaba entonces, a través de un pozo, hasta la cámara subterránea: una vez colocada la momia entre sus tesoros y recuerdos, los obreros procedían a cerrar sólidamente la puerta del corredor que comunicaba la cámara sepulcral con el pozo. Éste se llenaba con piedras, arena y tierra, tapiándoselo en la parte superior. Las ceremonias fúnebres y las ofrendas proseguían en el pequeño atrio exterior, delante de la falsa puerta con la imagen del difunto, tal como si éste participase en los ritos celebrados en su honor.
En la "mastaba vacía" había, en cambio, una serie de locales que repetían, con mayor o menor fidelidad, la distribución de la casa del difunto: por lo tanto, hallamos en ella algunos cuartos para su ocupante y otros para sus familiares. Las ceremonias de la purificación y de la apertura de los ojos y de la boca se realizaban, pues, en el interior de la tumba-casa antes de colocar el sarcófago en las entrañas de la tierra. También aumenta la importancia de los ritos y banquetes fúnebres, que se celebraban en las salas del interior y en los cuales el difunto participaba con su propia imagen asomándose por la "falsa puerta" o mágicamente presente desde el interior de su propio serdab. El anillo de la cadena familiar quedaba intacto, pues, entre la tierra y el cielo, y el coloquio entre vivos y difuntos se perpetuaba más allá de la muerte.