domingo, 10 de agosto de 2008

Tumbas en forma de mastaba

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Tumbas en forma de mastaba


Las tumbas de los nobles y de los altos funcionarios de la corte del faraón que surgen en torno a la pirámide tie­nen comúnmente forma de "mastaba", palabra árabe equi­valente a "banco": son de planta cuadrangular con las pa­redes ligeramente inclinadas, tienen un cornijón en lo alto y una estela-falsa puerta de entrada precedida de un atrio o sin él. Así como el palacio del faraón difunto era similar al palacio del faraón vivo, también la mastaba era similar a la casa en que vivía el propietario del sepulcro. La tum­ba en forma de mastaba sufre un proceso de modificación inverso al de la tumba-palacio, porque la mastaba está en su origen "llena" y luego se "vacía". Probablemente ello está ligado a una diferencia socio-económica constante, por lo cual al principio los cortesanos eran enterrados en simples fosas coronadas por un túmulo de piedra, en tomo a la capilla del rey; con el desarrollo de la capilla real, tam­bién el túmulo se convierte en una auténtica casa-tumba en torno a la gran pirámide.


Dado que la "mastaba maciza" no tenía dependencias adecuadas para la "momificación", ésta se llevaba a cabo en la ciudad, en el "palacio de la vida". La purificación se realizaba en la entrada y proseguía bajo un pabellón pro­visional erigido sobre la cubierta de la mastaba. El sarcó­fago se bajaba entonces, a través de un pozo, hasta la cá­mara subterránea: una vez colocada la momia entre sus te­soros y recuerdos, los obreros procedían a cerrar sólida­mente la puerta del corredor que comunicaba la cámara se­pulcral con el pozo. Éste se llenaba con piedras, arena y tierra, tapiándoselo en la parte superior. Las ceremonias fúnebres y las ofrendas proseguían en el pequeño atrio ex­terior, delante de la falsa puerta con la imagen del difunto, tal como si éste participase en los ritos celebrados en su honor.


En la "mastaba vacía" había, en cambio, una serie de lo­cales que repetían, con mayor o menor fidelidad, la distri­bución de la casa del difunto: por lo tanto, hallamos en ella algunos cuartos para su ocupante y otros para sus familia­res. Las ceremonias de la purificación y de la apertura de los ojos y de la boca se realizaban, pues, en el interior de la tumba-casa antes de colocar el sarcófago en las entrañas de la tierra. También aumenta la importancia de los ritos y banquetes fúnebres, que se celebraban en las salas del in­terior y en los cuales el difunto participaba con su propia imagen asomándose por la "falsa puerta" o mágicamente presente desde el interior de su propio serdab. El anillo de la cadena familiar quedaba intacto, pues, entre la tierra y el cielo, y el coloquio entre vivos y difuntos se perpetuaba más allá de la muerte.